Seguramente te resultará familiar la obra “El grito”, de Edvard Munch (1863-1944), que se ha convertido en una de las representaciones más expresivas de la angustia existencial.
El pintor noruego, precursor del expresionismo, tuvo contacto desde muy pequeño con la enfermedad, ya que su madre y su hermana fallecieron de tuberculosis antes de que él cumpliera 14 años, y él mismo sufrió depresiones y crisis nerviosas durante toda su vida, llegando a ingresar voluntariamente en un sanatorio. Su experiencia hospitalaria se plasmó en una serie de pinturas donde Munch retrata a profesionales sanitarios, como En la clínica del Dr. Jacobson (1908) o la célebre Enfermeras sosteniendo una sábana (1909). Según Munch:
“En mi arte he intentado explicarme la vida y su sentido. También he pretendido ayudar a los demás a entender su propia vida”.
Sabias palabras de un artista que supo valorar el trabajo de las enfermeras de su época.
Pilar Díaz, presidenta de CTO.
