La utilidad de los manuales CTO durante la carrera

Durante la carrera tuve una asignatura, Neurología, en la que los profesores querían hacernos estudiar por un manual de cuyo nombre no quiero acordarme y que no era ni visual, ni fácil, ni bonito, ni tampoco fácil de estudiar. En resumidas cuentas y hablando en plata, era un tocho infumable. Yo, saturado, caí en ese momento en la cuenta: ¿y si me olvido de este puro, y me estudio el manual de CTO?

Me puse a estudiar por el manual de la academia, sorprendido por lo visual que parecía todo y la facilidad con la que avanzaba, aunque las páginas parecieran largas. No podía imaginarme la cantidad de tiempo que estaba ahorrando (ni tampoco la calidad de vida que ganaba) estudiando ese texto. Mi nota fue un 9. Hasta entonces, durante el estudio, pensaba que el manual de CTO podía resultar útil, pero fue en ese momento cuando lo supe.

De este modo, ya en quinto, empecé a adoptar esta filosofía con todas aquellas asignaturas en que lo consideraba necesario. En unos casos era porque no me gustaba cómo explicaba el profesor (o directamente no me enteraba); en otros casos era porque los apuntes que había disponibles eran liosos, densos o mal organizados; otras veces porque pretendían que estudiáramos un manual del grosor del Harrison; otras porque me resultaban útiles las imágenes; otras simplemente porque me venían bien las ideas clave o saber qué se preguntaba en el MIR, porque siempre hay profesores a los que les gusta poner preguntas del MIR… en fin, que los usaba para un montón de cosas, y los resultados siempre fueron buenos.

Al final esos manuales que yo vi en un principio como un añadido innecesario resultaron ser una de las herramientas más útiles a lo largo del Grado. De hecho, esta fue una de las razones que me hicieron decantarme por CTO para preparar el MIR.

 

Texto: Julio de Manueles, tutor CTO.

Imagen: Carlos Mayo Nieto, atleta y alumno de Grupo CTO.

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